Resulta patente que muchas personas con un alto coeficiente intelectual (CI), pero con escasas aptitudes emocionales, se manejan en la vida mucho peor que otras de modesto CI pero que han sabido educar bien sus sentimientos.
Parece claro que un elevado CI no constituye, por sí solo, una garantía de éxito profesional, y mucho menos de una vida acertada y feliz.
La educación de los sentimientos comprende habilidades como el conocimiento propio, el autocontrol y equilibrio emocional, la capacidad de motivarse a uno mismo y a otros, el talento social, el optimismo, la constancia, la capacidad para reconocer y comprender los sentimientos de los demás, etc.
- Descubrir el poder de guía de nuestras emociones en su vínculo con nuestros deseos y metas vitales.
- Aprender a utilizar las emociones saludables como guía para la acción adaptativa y la resolución de problemas.
Son algunos de los objetivos de este programa.